lunes, 1 de octubre de 2012

EL CARNAVAL PACEÑO: PEPINOS CHOLAS Y CHUTAS: LA NUEVA SOCIEDAD PACEÑA


El carnaval paceño criollo de antaño
El ser el carnaval de la ciudad de La Paz una fiesta de doble vertiente, europea e indígena, es necesario aclarar algunos puntos de partida. Durante la Colonia y la república, incluso hasta mediados del siglo XX, la organización y manejo ideológico y cultural de esta fiesta fue el modelo europeo aunque participaban mestizos y obreros. Sin embargo, paralelamente aunque en un nivel poco oficial se realizaban también los carnavales indígenas en áreas suburbanas y rurales, pudiendo hablarse de un carnaval mestizo desde el siglo XIX y en realidad antes.
Los datos hemerográficos, recogidos arrojan interesantes listas de comparsas de más de 100 años de carnaval de la ciudad de La Paz, que permiten plantear hipótesis de los grupos y clases sociales de la ciudad que participaban en la Fiesta.

De hecho, ésta se encontraba dividida entre el día principal en que se presentaba las carrozas y comparsas de los elegantes en la Entrada del Carnaval y la presentación de grupos campesinos que llegaban a las provincias y actuaban en espacio distinto y en un día diferente.
La normativa oficial permite la disposición de cuatro días feriados dedicados a esta festividad por lo que la adhesión o rechazo a ella se convierte en una temática de exploración. En este trabajo privilegiamos un aspecto central relacionado con los actores sociales: ¿Quiénes son los carnavaleros? que de algún modo toca una canción de carnaval muy conocida:

 “Estos carnavales quien inventaría, el pepino alegre sería…”
La información sobre los carnavaleros de la primera mitad de siglo XX, pese a faltar muchos detalles, ofrece un panorama muy rico al revisar el número y los nombres de las comparsas participantes. Con mayor legitimidad que el gobierno municipal rigen las Asociaciones de Conjuntos Folklóricos que agrupan a todas las comparsas que bailan en las diferentes fiestas. En el caso de La Paz, tanto las comparsas que bailan en el Carnaval como en el Gran Poder, tienen sus propias Asociaciones, pero muchas comparsas participan en ambas fiestas. Con precisión de relojería, el siguiente domingo de la despedida del Carnaval, empiezan los ensayos y primeras reuniones bailables del Gran Poder. Fenómeno que al igual que el Carnaval de Oruro mueve varios millones de dólares y alcanza a gran parte de la población de La Paz.

Todas las figuras, disfraces y vestimenta de las comparsas giran en torno a los tres grandes personajes que actualmente forman parte de lo constitutivo del Carnaval Criollo Mestizo del siglo XXI -el pepino, Ch'uta y Chola- representan una parte del imaginario amplio y cambiante que tienen los paceños, creadores y recreadores de numerosas e importantes danzas, músicas y máscaras: los Pepinos, descendientes criollos de los pierrots europeos, tienen un total contenido local, de personaje alegre, dicharachero, pero también triste y desdichado, mientras que el Ch'uta -de identidad discutida- reconocido tanto como poblador nativo o como el pongo que tenían los señores en tiempos anteriores a la reforma agraria, ya no es el servidor humilde que habría dado origen al ch'uta bailarín,  pues se asemeja en ciertos rasgos al pepino, por su picardía.

Tan notoria es esta cualidad que se le aplica el adjetivo de "ch'uta cholero", es decir, va acompañado de dos cholas a las que hace girar en su paseo triunfal. Y la Chola, mujer mestiza que ha adoptado desde el siglo XVIII la pollera como símbolo emblemático de pertenencia a una identidad diferente. Los tres grandes personajes participan no sólo en la entrada sino en el entierro del Carnaval, pero además de su faceta de participación pública en la programación oficial, tienen un ciclo y una intensa vida al interior de sus organizaciones, haciéndose dueños de las calles y grandes salones de fiestas de más de un barrio, bailan, desfilan, se lucen, cantan sus huayños carnavaleros con enorme sentimiento, pues las letras, los recuerdos y las melodías se entremezclan.

En la perspectiva de las transformaciones históricas del país, la fiesta ha sufrido cambios transcendentales mostrando su dinámica y su apego al acontecer del mundo, a la vez que sigue siendo una caja de tesoros del pasado.


En las últimas décadas, el retorno de lo indígena y recientemente el acceso al poder del primer presidente indígena ha hecho posible la ocupación de mayores espacios simbólicos en los distintos ámbitos de la sociedad, incluyendo la fiesta, paralelamente a la salida del escenario festivo público de las élites o su incorporación  al mismo. Pero nos interesa poner en evidencia la existencia de la diversidad y la imparable capacidad de renovar y renombrar las cosas, de recrear y reinventar las diferencias, pese a la tendencia homogeneizadora del mundo globalizado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario